YASHUA HA MASHIAJ

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viernes, 17 de junio de 2011

2 parte arregla tu altar

Insensibilidad a Su presencia

Cuando cada israelita ofrecía sacrificios a Dios, los sacerdotes presenciaban esa ofrenda. Antes de que la carne fuera presentada en sacrificio, como manda la ley, ellos casi la arrebataban de la mano del ofrecedor. Además, la comían antes de que se quemara la grosura lo cual quebrantaba la ley de Dios de acuerdo al libro de Levítico 1:12-16.
Según la ley, todas las necesidades de los levitas debían ser satisfechas por medio de los diezmos del pueblo. Pero los hijos de Elí se aprovecharon de su posición para satisfacer sus propios deseos. "Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová", (1 Samuel 2:17).
Los hijos de Elí querían la mejor parte para sí. Cuando la persona no tiene temor de Dios se atreve a hacer cosas que ofenden a Dios -- y no le importa. Cuando los líderes no tenemos conocimiento de Dios comenzamos a tomar lo que le pertenece sólo a Dios para nosotros. Nos robamos la gloria de Dios. Nos robamos el aplauso de las personas para nosotros. Nos robamos la gloria y las bendiciones que el pueblo de Dios recibe para levantarnos un ministerio y un nombre. Aquello que fue designado para ser quemado totalmente en un altar para Dios lo tomamos y lo usamos para nuestro beneficio y ganancia.
Cuantos hemos sido negligentes y nos hemos encontrado en una encrucijada donde no supimos darle la gloria a Dios y usamos para nuestro beneficio personal las cosas que le pertenecen a Él. Hemos usado los medios, el dinero, los recursos y los dones que Dios nos ha dado para levantar cosas para nosotros en lugar de ofrecerlo todo ante el altar de Dios. Eso es algo que Dios no va a pasar por alto.
Nosotros que ministramos la música desde un púlpito. Nosotros que estamos ocupando las plataformas en Latinoamérica somos los primeros que vamos a ser llevados a juicio ante el Señor porque nos estamos robando lo que sólo le pertenece a Dios.
La Biblia nos dice que el pueblo de Israel se sentía tan ofendido por las acciones de los hijos de Elí, que comenzaron a dejar de ir a ofrecer adoración al Señor. ¿Sabe cuál ha sido nuestro verdadero problema en América Latina? Hablamos mucho de la presencia de Dios, pero no la conocemos y por lo tanto no la respetamos. Los hijos de Elí no respetaban la presencia de Dios porque no la conocían. Ese es nuestro mismo pecado.
El avivamiento que Dios ha querido traer a Latinoamérica en los últimos 10 años no tiene nada que ver con la música. Tiene que ver en cómo usted reacciona ante la presencia de Dios. Tiene que ver en cómo usted respeta la presencia de Dios en su propia vida.
Recuerdo una reunión que se organizó para recaudar fondos para una casa de ancianos, la presencia de Dios estaba tan dulce. Pero mientras algo hermoso y ungido estaba pasando habían miles de jóvenes patinando en el entresuelo -- comprando cosas. No estoy jugando al más santo cuando digo esto; yo estuve en esa posición muchas veces. ¿Quién cree usted que les enseñó esa falta de respeto por la presencia de Dios, si no son los adultos?
El Espíritu Santo está tratando de moverse en muchas reuniones y algunos ni se dan cuenta. Se ponen de pie cuando otros se están entregando al Señor. Somos tan insensibles que cuando es hora de irnos nos vamos sin importar lo que el Espíritu Santo está haciendo. ¡Los músicos nos paramos al frente, cantamos y ministramos, y cuando terminamos, nuestro negocio acabó y nos vamos a ocupar de nuestro negocio de ventas! ¿Y qué pasa con el resto de la reunión? ¿Dónde está el respeto por la presencia de Dios? No estoy hablando de un respeto religioso. Estoy hablando de ser sensibles a la presencia de Dios.
Aquella noche, mientras la presencia de Dios tocaba a esos ancianos, el resto de nosotros estaba como si nada estuviera pasando. Casi no se podía respirar porque el humo de las ventas de carne había llenado la casa. El Señor me dijo: "Antes era la nube de Mi gloria la que llenaba mi casa. Ahora es el humo de las ventas".
Déjeme preguntarle una cosa más: ¿Cómo podemos respetar la presencia de Dios en Su casa si no sabemos reconocerla en nuestra vida diaria? La Escritura nos dice en Apocalipsis que en cuanto los querubines comienzan a cantar Santo, Santo, Santo, 24 príncipes se postran y comienzan a adorar al Cordero. Los primeros que reaccionan ante el llamado de la adoración son los líderes, los príncipes del Pueblo de Dios. En Latinoamérica es lo contrario, los últimos que adoramos somos los líderes. Tenemos tiempo para hacer nuestras notas, conversar entre nosotros mientras que el resto de la Iglesia está adorando al Señor. Somos los últimos que nos aparecemos en el tiempo de adoración. Somos el último ejemplo de devoción. ¿Cómo pretendemos que el pueblo aprenda a adorar al Señor si nosotros somos los últimos en reaccionar a Su presencia? ¿Cómo podemos enseñar adoración si somos los que cortamos el mover del Espíritu Santo?
Parece que no creemos lo que la Biblia nos dice. Algunos deben estar pensando que todo esto que escribo es muy anticuado. No me importa. El pecado nos ha endurecido, aun a los mismos cristianos. ¿Cómo respondes cuando el Espíritu Santo te habla? ¿Qué haces cuando el Espíritu de Dios te dice que no hagas lo que estás haciendo? ¿Lo ignoras? ¿Qué has hecho cuando Él te ha dicho que no vuelvas a ver con lujuria a una persona? Con razón no tenemos respeto por la presencia de Dios. Respeto y sensibilidad por Él es la clave para lo que Dios quiere hacer en América Latina.

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